Thursday, March 22, 2007

---------------->>E J E R C I C I O S

1.Compara el mapa de las migraciones interiores de la década de 1960 con el de migraciones correspondiente al 2001 y destaca las diferencias. ¿qué motivos han podido intervenir en el cambio de trayectoria de determinadas comunidades e incluso provincias? razona la respuesta.

En el mapa de as migraciones interiores de España del año 1964, se hacen notables las EMIGRACIONES PROVINCIALES sobre todo en el área centro-sur de la península, como son las provicias de Cáceres, Toledo, Cuenca, Badajoz, Cuidad Real, Albacete, Córdoba, Sevilla, Jaén, y Granada.

Mientras que las provincias más destacadas en cuanto a INMIGRACIONES PROVINCIALES son: País Vasco, Madrid, Zaragoza, Gerona, Barcelona, Valencia, Tarragona, y Alicante.

Estás emigraciones se transladan hacia las zonas que presentan mejor y más dessarrollo en cuanto a las economías, debido a que son zonas de mucha influencia marítima, con salidas diferentes de comercio exterior, por tanto generaban más ofertas de empleo, en aquella época de crisis, por tanto las personas tendían a emigrar hacia dichas zonas mencionadas anteriormente.

2.Con los datos de extranjeros residentes en las Comunidades Autónomas(censo 2001) y los del censo de población 2001 que aparece en el tema 20, apartado nº 3, realiza un mapa de coropletas de España, por Comunidades , hallando el porcentaje de extranjeros residentes respecto a la población residente. Utiliza 4intervalos (0%-1%, 1-2%, 2-4%y >4%)

Uno de los cambios más importantes que ha experimentado la sociedad española en el último quinquenio ha sido el espectacular aumento en el número de extranjeros que se han trasladado a residir a España.
Según unos actuales censos la población exranjera residente representa un 4,3%.
I.2. La evolución en las comunidades autónomas
En este apartado se examinan tres enfoques: los valores absolutos, las variaciones
relativas dentro de cada comunidad autónoma y las tasas de extranjeros;
estos tres puntos de vista nos darán una visión completa de la evolución.
En primer lugar veamos los valores absolutos. Los gráficos 3 y 4 muestran la
distribución de extranjeros entre comunidades autónomas para los años 1998 y
2002, respectivamente.
En el gráfico 3, se observa que en el Padrón de 1998, Cataluña, con el 19,0% del
total, la Comunidad de Madrid con el 18,1%, la Comunidad Valenciana, con el
16,0% y Andalucía con el 15,7%, recogen cerca del 70% de los extranjeros que
residían en España. En el año 2002, este porcentaje es muy similar, ligeramente
más bajo, pero el reparto no es el mismo. Sube claramente la Comunidad de
Madrid, que pasa de tener el 18,1% al 22,5% del total de extranjeros y ligeramente
Cataluña que pasa del 19% al 19,3%. Por el contrario bajan la Comunidad Valenciana,
del 16% al 15,2% del total y, sobre todo, Andalucía que baja del 15,7%
al 10,7%.
Las comunidades con menos población extranjera son La Rioja, Cantabria, Principado
de Asturias y Extremadura que tienen menos del 1% de extranjeros, tanto
en 1998 como en 2001. La Comunidad Foral de Navarra que en 1998 tampoco
llegaba al 1% ha experimentado un crecimiento bastante espectacular en este
sentido, alcanzando el 1,4% del total nacional. Casos aparte son Ceuta y Melilla
que, sin llegar al 1% del total, presentan porcentajes de extranjeros con respecto
a la población total bastante elevados, como se verá más adelante.
En el reparto de los efectivos totales de extranjeros, ganan con respecto a 1998,
de forma acentuada, la Comunidad de Madrid que pasa de 18,1% a 22,5% del
total y la Región de Murcia que pasa de 1,9% a 4,2%. También ganan, Aragón
(de 1,2% a 2,2%), Castilla-La Mancha (pasa de 1,5% a 2,4%), la Comunidad Foral
de Navarra (de 0,7% a 1,6%), La Rioja (de 0,4% a 0,8%), Extremadura (de 0,6%
a 0,8) y Cataluña (de 19,0% a 19,3%). Las que más pierden en comparación a las
demás son, Andalucía que pasa de tener el 15,7% del total de extranjeros a tener
tan solo el 10,7% y Canarias que pasa del 8,7% al 7,2%. También pierden en
el reparto, Baleares (de 6,0% a 5,0%), Galicia (de 3,1% a 2,1%), la Comunidad
Valenciana (de 16,0% a 15,2%), País Vasco (de 2,4% a 1,9%), Castilla y León (de
2,4% a 2,2%) y el Principado de Asturias (de 0,9% a 0,8%). Cantabria mantiene
la misma proporción de 1998 (0,5%). Por último, también pierden cuota Ceuta
(pasa de 0,5% a 0,2%) y Melilla (de 0,5% a 0,3%).
De estos datos se deduce que los extranjeros que han llegado durante los últimos
cinco años a España han empezado de forma progresiva a fijar su residencia
en comunidades autónomas del interior que antes apenas recibían inmigración,
además de continuar haciéndolo en las tradicionales del Mediterráneo y Canarias que, conservan los mayores porcentajes. Hay que señalar el espectacular
crecimiento de la inmigración en la Comunidad de Madrid, próxima a acaparar
la cuarta parte de todos los extranjeros que residen en España. Probablemente
la razón es que la mayoría de los inmigrantes actuales vienen en busca de
un trabajo mientras que antes lo hacían para pasar la jubilación por lo que elegían
como residencia zonas costeras.


3.Realiza un informe sobre los inmigrantes extranjeros por continentes y países.

El azar del lugar de nacimiento influye poderosamente en el destino de las personas. Los que nacen en países ricos y democráticos tendrán oportunidades diferentes a los que nacen en países pobres o gobernados por dictaduras. Por eso el derecho a la emigración debe aceptarse por razones de equidad. Pero los grupos sociales políticamente organizados pueden poner límites a la movilidad de la población con el fin de defender el bienestar, la estabilidad, la identidad o la cohesión de sus ciudadanos. Esa tensión entre el derecho a buscar otros horizontes distintos a los del nacimiento y la imposibilidad de hacerlo, por las barreras jurídicas o sociales existentes, constituye uno de los graves conflictos morales de nuestros días. En este artículo se abordan las cuestiones que plantea la llegada de trabajadores extranjeros legales e ilegales, los problemas de la asimilación e integración en la sociedad receptora y la necesidad de poner en marcha programas deinvestigación que permitan realizar un balance de los beneficios y costes de la inmigración extranjera en España.

El desarrollo supone normalmente la disminución de la población rural y el aumento de la urbanización. Por ello si deseamos la mejora de los países menos desarrollados hemos de reconocer que ese proceso es inevitable, e incluso deseable. Podemos recordar que las cifras de población agraria en Europa son generalmente inferiores a 10 por ciento de la activa (y a veces al 6 %), y que frente a ello en muchos países del mundo son superiores a 30, 40 e incluso 50 por ciento.

La presiones para la diminución de esa población agraria en los países menos desarrollados son muy fuertes. Tienen que ver con la presión hacia la modernización de la economía y con el efecto de imitación y el incremento de los deseos de mejora provocado por la mundialización de la información, que permite el conocimiento de los niveles de vida existentes en las áreas más ricas.

Por eso es seguro que en los próximos años habrá centenares de millones de personas disponibles para emigrar desde el campo a las ciudades de sus países; a los que se unen los que ya emigraron a las ciudades y están insatisfechos en ellas.

El rápido cambio demográfico de los países en desarrollo y la lentitud del crecimiento económico provocan, como antes en Europa, una emigración al exterior. Pero la situación es muy distinta a la que se dio en el siglo XIX. Ya no hay tierras abundantes para poblar y que necesiten colonos agrícolas, ni fábricas que demanden abundantes obreros en un mundo cada vez más mecanizado. Nunca ha habido tantas fronteras en el mundo, ya que nunca ha habido tantos Estado y territorios independientes o autónomos (los representados en la ONU son ya 221). Y a la vez los países ricos ponen hoy trabas a la inmigración por las razones que hemos apuntado antes; lo que hace imposible que los problemas del desarrollo puedan tener una solución semejante a la que conocieron los países europeos entre 1800 y 1930,cuando 40 millones de personas pudieron abandonar definitivamente el viejo continente con destino a los países nuevos de América o Australia y a territorios coloniales de África (Argelia, África del Sur, Mozambique...) y Asia (India, Indonesia, Indochina)

Y, sin embargo, la defensa del libre movimiento de la mano de obra puede realizarse desde una perspectiva económica liberal, de manera similar a como se realiza la del movimiento libre de otros factores de la producción, y en particular la movilidad del capital.

En efecto, los capitales fluyen hoy en todas las direcciones, las empresas se convierten en transnacionales y localizan sus factorías en cualquier lugar, a la vez que las noticias fluyen libremente y de forma instantánea a través de la radio, de la televisión y de internet. En esa situación podemos preguntarnos porqué razón la mano de obra ha de estar fijada al espacio. En un momento en que la globalización supone la existencia de un espacio único puede defenderse también la de un mercado de trabajo único, la movilidad universal de la mano de obra.

Las facilidades que hoy existen para el transporte de personas hace que pueda concebirse la aparición a escala mundial de flujos instantáneos según las demandas económicas. En principio, podríamos pensar que ese movimiento puede verse afectado por la distancia, ya que parece más fácil llegar a Europa desde Marruecos que desde Pakistán o China; pero los acontecimientos nos muestran que, en realidad, ya no es así y que chinos, paquistaníes o ecuatorianos pueden trasladarse también fácilmente a los países occidentales debido a la relativa baratura de los billetes de avión.

Existe así hoy un mercado mundial de mano de obra, facilitado por las comunicaciones fáciles y el bajo coste de los transportes. Si en el siglo XIX ya había migraciones golondrina de Europa a América, hoy eso es posible a escala mundial, hacia los focos económicos potentes de Europa, Estados Unidos-Canadá y Asia del Sureste. En Holanda o Alemania trabajan desde hace años gentes procedentes de Turquía, Yugoslavia, Grecia, Europa central, de Surinam, de Indonesia,de Vietnam y de China y de otros países alejados.

En lo que se refiere a la industria, la demanda de recursos humanos está progresivamente diferenciada. Las empresas industriales diseñan estrategias de localización específicas: las tareas de dirección, innovación, gestión y control se localizan en países ricos y especialmente -en el caso de tareas innovadoras intensivas en trabajo calificado de elevado valor añadido- en las áreas urbanas de los países centrales; las tareas repetitivas y rutinarias (por ejemplo, las de la industria textil), en países donde la mano de obra es abundante, barata y poco calificada, es decir en regiones o países periféricos.

En general la difusión de la automatización, primero,y la robótica, luego, provoca una disminución de trabajadores en la industria, a la vez que una exigencia de cada vez mayor calificación. En la industria están disminuyendo así los trabajadores poco calificados, y aumentando los de alta y media cualificación. Hoy se exigen nuevos conocimientos para el trabajo industrial, y por ello las estadísticas muestran que en los países ricos los empleos poco cualificados disminuyen en el sector secundario, mientras que aumentan los muy cualificados: en Estados Unidos el empleo no cualificado ha disminuido en un 20 por ciento entre 1970 y 1994, a la vez que aumentaban los cualificados;y algo similar ocurre en España.

En lo que se refiere a esa mano de obra cualificada, los países ricos despliegan estrategias decididas de atracción. Desde la de científicos (la "emigración de cerebros") hasta la de técnicos y profesionales diversos. Todavía hace pocos días hemos leído en la prensa los esfuerzos de Estados Unidos y Alemania para atraer a trabajadores extranjeros especializados en la informática. En Gran Bretaña la falta de mano de obra cualificada ha llevado al gobierno de Tony Blair a plantearse relajar las leyes que regulan la inmigración y permitirla entrada de hasta 100.000 trabajadores extranjeros cualificados al año,especialmente aspirantes con título o experiencia en campos de la ingeniería, la informática, la tecnología, la sanidad y el magisterio. Lo mismo ocurre en España,donde la ministra de Ciencia y Tecnología estima que faltan 80.000informáticos, pero que en el 2003 la carencia será de 750.000 . Se trata generalmente de una mano de obra que llega legalmente,y que se inserta sin problemas en los circuitos legales del mercado laboral,cotizando en la seguridad social.

En muchos casos la mano de obra llega, pues, legalmente. Es la situación que se dio en nuestro continente en los años 1960 con acuerdos gubernamentales para favorecer la emigración desde algunos países europeos a otros desarrollados (desde España a Alemania o Francia, por ejemplo), facilitando la incorporación rápida a un mercado de trabajo regular y controlado (trabajo en fábricas, con contratos formales, control de la residencia, aunque las condiciones fueran pésimas). Desde luego podían pasar también trabajadores ilegales -y pasaban muchos-, pero rápidamente eran incorporados a ese mercado de trabajo regular y legal. De manera similar, la legislación española y de otros países establece hoy normas para la contratación legal de trabajadores extranjeros en España.

Existen también empresarios que pueden llevar rápidamente mano de obra legal a los mercados que la demandan. Por ejemplo, con ocasión de una intensa actividad constructiva, como es el caso de la preparación de una Exposición Universal o de una Olimpiada; como ocurrió en Sevilla y Barcelona en 1992. Sin duda, ello establece redes y relaciones que pueden actuar más tarde de una forma general o permanente.

Pero en los países industrializados al mismo tiempo que aumenta la demanda de mano de obra cualificada se sigue necesitando otra poco cualificada para ciertas tareas industriales y de diferentes sectores de la economía. Concretamente, se requiere para las actividades que se realizan en el sector informal o sumergido de la economía, cuando existe, y también para la agricultura, para la hostelería y para los servicios personales y domésticos.

Lo normal es que esa población trabajadora que se necesita para las actividades citadas llegue hoy de forma ilegal, ya que son sus bajos salarios lo que se valora, y para eso las situaciones de ilegalidad son óptimas.

En casi todos los países desarrollados los trabajadores ilegales están presentes en mayor o menor grado, con la permisividad de las autoridades. De hecho, cumplen funciones importantes, y son sistemáticamente contratados en algunos casos. Las razones para ello son varias.

Es importante recordar que para los empresarios una mano de obra escasa es perjudicial ya que presiona para la elevación de los salarios;y al contrario, si es abundante permite mantener salarios bajos. En el caso de los países desarrollados, el éxodo rural desde el siglo XIX ha reducido la población campesina hasta niveles muy bajos, por lo que el campo ya no abastece de mano de obra barata.

Además, la baja natalidad y el aumento de jubilados disminuye también la mano de obra y las expectativas futuras de disponer deella. Al mismo tiempo, la generalización del Estado del Bienestar ha determinado que las clases populares urbanas puedan tener seguridad social, seguro de desempleo y ayudas familiares, y que rechacen determinados empleos pesados, desagradables o mal pagados, tales como el trabajo agrícola o los servicios personales (servicio doméstico, cuidado de ancianos,etc).

Los empresarios de países ricos prefieren a los inmigrantes para muchas tareas: pagan salarios más bajos, y disponen de una manode obra obediente; si son ilegales están en una situación de inseguridad máxima, dispuestos a cobrar sueldos de miseria, ya tener relaciones no contractuales, condiciones de vida y horarios inaceptables;es decir, con niveles de explotación feroces. Además, no están organizados sindicalmente y se les puede expulsar cuando resulte conveniente.

Son muchos los empresarios que emplean inmigrantes ilegales, sin contratos y "sin papeles". Es una práctica que puede perseguirse y castigarse, como de hecho ocurre, pero parece que esas medidas no son muy eficaces. En Europa y Estados Unidos la inmigración ilegal no se consigue detener, a pesar de los intentos de controlarla.


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